Alumnos conectados en una clase online dinámica y participativa

Cómo lograr que tus alumnos no quieran que termine la clase (ni online ni presencial)

“El arte supremo del maestro consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento”
Albert Einstein

Recuerdo una clase que cambió todo.

Era formación online, un grupo de 15 personas adultas, un martes a las 19:00h. El típico grupo donde algunos llegan cansados, otros escépticos y alguno se conecta desde el móvil. Pero ese día, algo pasó. Al final de la sesión, cuando dije “bueno, lo dejamos aquí por hoy”, una voz escribió en el chat:
“¿Ya? Se me pasó volando. ¡Qué pena!”
Y no fue la única. Llovieron caritas tristes y mensajes de agradecimiento. Y yo, que al principio pensaba que la clase era «demasiado sencilla», entendí algo poderoso: no es lo técnico lo que engancha, es la experiencia emocional que generas.


¿Cómo lograr que tus clases atrapen?

Aquí van 5 claves que aplico siempre que quiero dejar huella (y que tú también puedes adaptar):

  1. Empieza con una pregunta que mueva emociones.
    En vez de «hoy veremos X», prueba con: “¿A quién le han hecho sentir que no sabía enseñar?” o “¿Cuántas veces has sentido que te desconectas de una clase y no sabes por qué?”.
  2. Dale ritmo: variedad en 20 minutos.
    Cambia el formato: explica → cuenta una historia → haz una pregunta → muestra algo visual → propone algo práctico.
  3. Cuenta historias, no solo teoría.
    Las personas recuerdan emociones, no PowerPoints. Trae anécdotas propias, aunque sean pequeñas. La vulnerabilidad bien usada conecta.
  4. Hazles participar, incluso con tonterías.
    Una mini votación, un “levanta la mano si…”, un comentario en el chat. Lo importante no es el qué, sino el hacerles parte.
  5. Termina en alto.
    Cierra con una reflexión, un mini resumen inspirador o una frase que les acompañe más allá del aula.

Notas creativas de un formador preparando una clase inspiradora

Ejemplo práctico

En una de mis formaciones para formadores, decidí empezar la sesión diciendo:
“Quiero que escribas en una palabra lo que más miedo te da al dar clase.”
La pantalla se llenó de: “aburrir”, “quedarme en blanco”, “no conectar”, “que no me escuchen”…

Solo con eso ya teníamos un clima de confianza, conexión y verdad. Y lo mejor: los participantes se reconocieron entre ellos. A partir de ahí, todo fluyó. No enseñé más contenido ese día, enseñé desde el corazón. Y sí: nadie quería que la clase terminara.


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¿Te ha pasado alguna vez que una clase te atrapó por completo (como alumno o formador)? ¿Qué crees que hizo la diferencia?

Cuéntamelo abajo, me encantará leerte 💛

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